Cada día, cuando abro los ojos, cuando tan solo empiezo a tener conciencia, ya entonces se apodera de mi alma una profunda tristeza, quizás ya estuvo allí incluso cuando dormía y ya no hay sitio para nada más. Me levantó sin ser consciente de ello y hago todo el ritual diario mecánicamente, acompañada todo el tiempo de aquella sombra negra que pesa ya tanto... Cada noche al acostarme me despido de ti, te colmo de besos y mimos como si fuera a ser la última vez...
Ayer estabas un poco mejor hoy un poco peor, más cansada, también a ti te acompaña mi misma sombra negra, no, la tuya más negra aún, por momentos se aprieta a ti hasta que hace subir tu temperatura y te hace jadear o te deja más libre a su capricho, te empuja hacia el suelo, como una broma cruel haciéndote realmente pesado el momento de levantar tu cuerpo , para seguirme o enreda tus patas cuando andas haciéndote caminar con dificultad e incluso te obliga a tropezar.
Nosotras luchamos juntas todo el día, uniendo nuestras fuerzas, pero aunque estamos tan cerca, no conseguimos ganar la orilla, pero no te dejaré desfallecer, estoy siempre a tu lado, para levantarte cuando caigas, para colmarte de caricias cuando las quieras, para mirarte a los ojos y verme en los tuyos o simplemente para estar ahí, sintiéndote cerca e intentando quedarme un ratito con tu pesada sombra negra y que te deje a ti descansar, descansar... curiosa palabra, cuantas connotaciones he oído de ella últimamente...
Cruzaría montañas, bosques, reinos... igual que los príncipes azules de los cuentos, en busca de aquello, lo que fuera, que pudiera permitirte estar a mi lado para siempre y ser felices y comer perdices.... Me hubiera gustado tener un papel más principal en esta cruel historia en la que a ti te obligan a ser la protagonista y a mi me proponen ser un espectador... NO, me niego a serlo, si tu eres la protagonista, yo estaré a tu lado siempre, entre bambalinas, no me dejan ser tu príncipe azul, debe ser que no doy la talla, solo puedo ser tu guardián y vigilar, cuidar, acariciar, acompañar, consolar, acomodar
No importa lo que digan los que se hacen llamar expertos, no importan tampoco esas caras que nos miran con lástima y sin terminar de comprender nuestra exagerada, infinita pena ante un “animal”, si, tu eres un animal, desde luego de eso no hay duda, pero un animal tan noble, con el alma tan limpia, tan bella... más quisiéramos mucho de los que andamos erguidos tener tan solo un poco de tu belleza animal, de tu luz, en un solo rincón de nuestra siempre olvidada alma. No importa el tiempo que parecen regalarnos esos expertos, realmente no importa nada de nada, tan solo tus ojos, tus ojos cada mañana al levantarme y verte allí esperándome, mirándome, dándome los buenos días moviendo tu rabo y regalándome así un poco de cielo cada mañana en el que disfruto y soy libre.
Se que una quizás una mañana, esos ojos dorados a los que tanto amo, ya no estarán aquí iluminándome el día una vez más, lo sé, ya se encargan de recordármelo sin parar , flagelando mi alma con esas malditas palabras estudiadas, medidas, ensayadas e imagino que repetidas con cada animal, como un guión, tan blanco y vacío de sentimientos como las batas que les cubren y que les dan el poder de decidir entre la vida y la muerte. Lo se, se que tendré que dejarte ir y que te llevarás una parte de mi allá donde vayas y que me cambiará para siempre, como también se que al menos podré retener una parte pequeñita de ti para mi, que guardaré celosamente en un lugar muy especial de mi ser y que me acompañará siempre allá donde yo vaya.
Quizás en ese lugar, pueda volver a verte correr, saltar alegre encima de mi haciéndome caer, tus pequeños dientes marcados en mis manos y en el mobiliario de la casa, nuestro empeño en que durmieras en tu lugar y tu empeño aún más grande de dormir cerca de nosotros y que te hacia arrastrar tu cama, desde el lugar que decidimos para ti hasta el lugar que TU habías decidido, tus luchas sin cuartel con tu cola, tan peligrosa como un látigo cuando oscilaba a toda velocidad demostrando tu alegría al vernos, los paseos en los que no se sabía quién paseaba a quién, tu glotonería, las malas pasadas que te ha hecho pasar tu manía por morder avispas, el poco interés en aprender a dar la patita y esas cosas de perros, por que sinceramente pienso, que TU nunca te has considerado un perro, si no uno más de la familia y por tanto un igual, con los mismos derechos, las escapadas y persecuciones cuando sentías dentro de ti la llamada de la selva, ... Juguetear feliz en la nieve, la nieve, es lo único más blanco que tú, aquella bolita blanca de algodón que fuiste cuando te conocí, que puso mi vida del revés durante unos largos meses y que tan buenos momentos me has dado desde entonces, cuantas risas nos has regalado, cuantos momentos de paz compartidos, eso, eso, nadie nos lo podrá arrancar nunca, la felicidad compartida, eso, señores, no tiene fecha de caducidad.
Cuando recuerdo todo esto, me doy cuenta de su verdadera magnitud y sonrió al pensar que has sido feliz, que has disfrutado de tu vida, que te la has comido a bocados y solo ahora siento alejarse mi sombra negra, se que lo hemos hecho todo y que todo ha merecido la pena.
Gracias a este puñadito de palabras me estoy dando cuenta de lo importante, lo importante eres tú, Laia, mi perra blanca querida hasta lo insospechable y no voy a permitir más que esa estúpida sombra no me deje disfrutar a tu lado lo que nos quede, por que lo importante eres TU.
Ayer estabas un poco mejor hoy un poco peor, más cansada, también a ti te acompaña mi misma sombra negra, no, la tuya más negra aún, por momentos se aprieta a ti hasta que hace subir tu temperatura y te hace jadear o te deja más libre a su capricho, te empuja hacia el suelo, como una broma cruel haciéndote realmente pesado el momento de levantar tu cuerpo , para seguirme o enreda tus patas cuando andas haciéndote caminar con dificultad e incluso te obliga a tropezar.
Nosotras luchamos juntas todo el día, uniendo nuestras fuerzas, pero aunque estamos tan cerca, no conseguimos ganar la orilla, pero no te dejaré desfallecer, estoy siempre a tu lado, para levantarte cuando caigas, para colmarte de caricias cuando las quieras, para mirarte a los ojos y verme en los tuyos o simplemente para estar ahí, sintiéndote cerca e intentando quedarme un ratito con tu pesada sombra negra y que te deje a ti descansar, descansar... curiosa palabra, cuantas connotaciones he oído de ella últimamente...
Cruzaría montañas, bosques, reinos... igual que los príncipes azules de los cuentos, en busca de aquello, lo que fuera, que pudiera permitirte estar a mi lado para siempre y ser felices y comer perdices.... Me hubiera gustado tener un papel más principal en esta cruel historia en la que a ti te obligan a ser la protagonista y a mi me proponen ser un espectador... NO, me niego a serlo, si tu eres la protagonista, yo estaré a tu lado siempre, entre bambalinas, no me dejan ser tu príncipe azul, debe ser que no doy la talla, solo puedo ser tu guardián y vigilar, cuidar, acariciar, acompañar, consolar, acomodar
No importa lo que digan los que se hacen llamar expertos, no importan tampoco esas caras que nos miran con lástima y sin terminar de comprender nuestra exagerada, infinita pena ante un “animal”, si, tu eres un animal, desde luego de eso no hay duda, pero un animal tan noble, con el alma tan limpia, tan bella... más quisiéramos mucho de los que andamos erguidos tener tan solo un poco de tu belleza animal, de tu luz, en un solo rincón de nuestra siempre olvidada alma. No importa el tiempo que parecen regalarnos esos expertos, realmente no importa nada de nada, tan solo tus ojos, tus ojos cada mañana al levantarme y verte allí esperándome, mirándome, dándome los buenos días moviendo tu rabo y regalándome así un poco de cielo cada mañana en el que disfruto y soy libre.
Se que una quizás una mañana, esos ojos dorados a los que tanto amo, ya no estarán aquí iluminándome el día una vez más, lo sé, ya se encargan de recordármelo sin parar , flagelando mi alma con esas malditas palabras estudiadas, medidas, ensayadas e imagino que repetidas con cada animal, como un guión, tan blanco y vacío de sentimientos como las batas que les cubren y que les dan el poder de decidir entre la vida y la muerte. Lo se, se que tendré que dejarte ir y que te llevarás una parte de mi allá donde vayas y que me cambiará para siempre, como también se que al menos podré retener una parte pequeñita de ti para mi, que guardaré celosamente en un lugar muy especial de mi ser y que me acompañará siempre allá donde yo vaya.
Quizás en ese lugar, pueda volver a verte correr, saltar alegre encima de mi haciéndome caer, tus pequeños dientes marcados en mis manos y en el mobiliario de la casa, nuestro empeño en que durmieras en tu lugar y tu empeño aún más grande de dormir cerca de nosotros y que te hacia arrastrar tu cama, desde el lugar que decidimos para ti hasta el lugar que TU habías decidido, tus luchas sin cuartel con tu cola, tan peligrosa como un látigo cuando oscilaba a toda velocidad demostrando tu alegría al vernos, los paseos en los que no se sabía quién paseaba a quién, tu glotonería, las malas pasadas que te ha hecho pasar tu manía por morder avispas, el poco interés en aprender a dar la patita y esas cosas de perros, por que sinceramente pienso, que TU nunca te has considerado un perro, si no uno más de la familia y por tanto un igual, con los mismos derechos, las escapadas y persecuciones cuando sentías dentro de ti la llamada de la selva, ... Juguetear feliz en la nieve, la nieve, es lo único más blanco que tú, aquella bolita blanca de algodón que fuiste cuando te conocí, que puso mi vida del revés durante unos largos meses y que tan buenos momentos me has dado desde entonces, cuantas risas nos has regalado, cuantos momentos de paz compartidos, eso, eso, nadie nos lo podrá arrancar nunca, la felicidad compartida, eso, señores, no tiene fecha de caducidad.
Cuando recuerdo todo esto, me doy cuenta de su verdadera magnitud y sonrió al pensar que has sido feliz, que has disfrutado de tu vida, que te la has comido a bocados y solo ahora siento alejarse mi sombra negra, se que lo hemos hecho todo y que todo ha merecido la pena.
Gracias a este puñadito de palabras me estoy dando cuenta de lo importante, lo importante eres tú, Laia, mi perra blanca querida hasta lo insospechable y no voy a permitir más que esa estúpida sombra no me deje disfrutar a tu lado lo que nos quede, por que lo importante eres TU.
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