domingo, 8 de junio de 2008

EN EL REFUGIO Y LA JAROSA

Pues hoy he echado el dia completo, por la mañana hemos ido los tres al refugio a llevar las cosas de Laia para que las aprovechen, por ejemplo, la cama que era mas grande que un colchon de cuna,e staba a estrenar, a Laia nunca le gustó, prefería su cama viejita...
Bueno, me ha encantado la experiencia, me he llevado una buena dosis de medicina para el alma, todos esos besitos de perrito, me ha impresionado lo cariñosos que son, se ponen como locos en las rejas para llevarse una caricia, incluso se pegan entre ellos para quedarse las caricias en exclusiva.
Los más buenos y cariñosos, los galgos, una pasada de buenos y tienen un montón, ya podían traerse a la galguita de Kiwi, total una más... pero nada, sigue la pobre en lista de espera, a ver si tiene suerte
Mi hija se volvía loca, se le subian por la espalda y por todas partes, había dos chiquitines que nos han enamorado, pero parece ser que a mi marido no...Hemos salido cochinisimas pero llenas de amor, me he ido prometiendoles a toooooooooodos volver a visitarlos.
En el coche iba pensando que he sido una atrevida, metiendo la mano entre las rejas para sobarlos a todos, pero no me ha mordido ninguno, había algunos que se tiraban a la reja a ladrar como fieras, a esos no me he atrevido a meter la manita, pero a los galgos sin pensar.
Los tienen bastante bien y muy amplias las instalaciones, con sitio dentro para cobijarse de la lluvia y el frío, vamos mucho mejor de lo que me esperaba, habia unos 4 voluntarios sacando a perros a pasear por alli, que esta todo rodeado de pinos, yo me he quedado con las ganas, obviamente no me los iban a dejar por la cara.
Luego hemos ido a la Jarosa, a la montaña de Laia, a lanzar una ramita de su romero a su rio, un poco de ceremonia que teníamos pensado hacer y bueno, lo he pasado fatal, un nudo en la garganta horrible, encima habia una perrita en el agua metida jugando, justo en el mismo sitio que se metió Laia por última vez, ahi ya me ha dado la llantina, creo que mi marido y mi hija no se han dado cuenta, pero el dueño del perro no hacía más que mirarme.
La Jarosa ya no es lo que era, no volverá a ser nunca lo que era con ella, parece que se ha llevado la magia de este lugar con ella

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