domingo, 6 de julio de 2008

LO CONFIESO:SOY PERROADICTA


Después de leer aquella carta en el refugio sobre el tema, lo tengo aún más claro, SOY PERROADICTA y tras la pérdida de Laia, estoy pasando la fase más amarga de esta adicción.
Como todas las adicciones, la peor parte es no poder tener aquello a lo que se está enganchado y eso es precisamente lo que yo estoy sufriendo, lo que todos conocemos como estar con el mono.
Mi mono, es el más grande de la especie, no es un mico de esos chiquitines, no señor, el mío es un señor gorila golpeando el pecho a cada momento y la verdad, mi pecho no aguanta muchos embites más.
Este "mono" me empuja a hacer las cosas más extrañas, me hace tener que esta continuamente alerta para que todas mis conversaciones no acaben irremediablemente a incluir la palabra perro, aburriendo así al personal que me escucha. Me empuja a bucear incansable por las web relacionadas con perros(esto tiene su parte buena, estoy aprendiendo muchísimo sobre razas y demás), miro libros de perros en la biblioteca, no me pierdo la nueva versión del encantador de perros, cada día cuando no está mi vecino, aunque tenga su permiso, para mi no deja de ser algo delicitivo colar la mano por debajo de la verja, para poder acariciar su preciosa Pastor Alemán Wanda, que tanto tuvo que ver en que Laia viniera a mi vida.
Cada vez que me cruzo con un perro, tengo el impulso irresisistible de ir a acariciarle, achucharle o lo que se deje, con el peligro que lleva consigo esta acción, si van con su amo, tengo una lucha interior para reprimirme, pero no siempre lo consigo, ante la cara de sorpresa del dueño, ante un amor tan a primera vista hacia su desconocido acompañante perruno.
Me llevó arrastrando a mi familia a visitar El refugio y allí darme un baño de multitudes dejándome chupar y acariciando casi casi a todos y cada uno de los refugiados.
Cada vez que mi hija grita: mira mama, un perro, me hace volver la cabeza como la niña de exorcista si hace falta, para no perderme esa visión, como si se tratara del avistamiento de un OVNI. No tengo manías, los amo a todos, grandes, pequeños, gordos, feuchos, todos tienen su encanto irrepetible.
Hasta irrumpen en el mundo de mis sueños, rara es la noche que no sueñe con ellos, pero ahí no importa, es mi mundo privado y allí disfruto con ello, aunque dure tan solo lo que dura un sueño.

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