Ya ves, pues no siempre es así, tú te ponías como loca con los gatos, si los veías desde la ventana del jardín, te ponías con los pelos de punta como el gato que veías, ladrabas como una posesa hasta que te habría y salías como un miura en persecución del osado minino que osaba meter su linda patita en tus dominios.
Y aquí tu colega Jara, es visitada casi a diario por el gato del vecino, ese Lucas con mirada curiosa, viene a ver a esa cosa rara y peluda que vive ahora en casa de la vecinita que le da siempre mimos y le deja pasearse por su casa como si tal cosa y empieza el juego: Jara en cuanto lo ve se pone loca de contenta, mete la quinta y sale quemando rueda detrás de Lucas intentando cogerle, de pronto cambia el juego y es el gato quien persigue a mi bolita que corre divertida por el césped, Jara intenta seguirle cuando se sube a los altos o salta jardineras sin despeinarse, ahí entramos nosotros moviendo la bandera de cuadros, para indicarle el camino más corto hacia el escurridizo minino, más acorde a sus posibilidades perrunas.
Cuando el gato se para descarado a mirarla, Jara se agacha moviendo su minirabo y ladrándole haciéndose la fierecilla, nosotros seguimos la escena muertos de la risa, intenta una y otra vez atraparle el rabo mientras Lucas la mira con suficiencia como diciendo:" Pero tú que haces, piltrafilla" y si insiste mucho en el empeño, la da un toquecito con la pata haciéndoselo saber.
Siempre es Don Lucas quien da por terminado el juego, saltando altivo y con gracia hacia el tejado vecino o hacia su casa, Jara se queda ahi mirando hacia arriba y luego viene toda contenta hacia nosotros como para contarnos lo bien que se lo ha pasado. A mi me encanta que jueguen, porque aparte de el espectáculo que nos regalan, todas esas carreras a toda pastilla, tal vez me regalen esa noche una horilla más de sueño, antes de que el terremoto se acerqué a mi cama haciendo de encantador despertador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario