Volví el fin de semana a mi refugio, allí donde me siento en paz y libre, donde mi cabeza para y deja entrar la belleza de lo que tengo alrededor. Allí donde te siento más cerca, siempre me paro delante del agua, viéndola pasar por debajo de mi siempre me viene una imagen a la cabeza, aquel mágico día a tu lado, te miraba sonriendo mientras bebías con ansia en este mismo lugar al que vuelvo una y otra vez, buscando la paz de aquella última tarde que el destino nos regaló y que guardo en mi corazón como un dulce tesoro.
Recorro trabajosamente el camino elegido para hoy, me lleno los ojos de lo que veo a mi alrededor, imagenes, olores, sonidos... lo archivo cuidadosamente todo en mi alma, para que nada se me escape. Mientras camino miro delante de mi a nuestra pequeña gran familia, ahora solo padre e hija, caminan alegres contándose sus cosas, de vez en cuando echan la vista atrás buscándome y yo sonrió, sonrió y camino hacia ellos, siempre hacia ellos.
Recuerdo cuando tu también recorrías estos caminos, correteando entre nosotros, esperándonos, recuerdo tu cuerpo grandote y tus orejitas bailonas saltando por las piedras, chapoteando en el agua y vuelvo a sonreir, el recuerdo con el paso del tiempo ha ido difuminando el dolor, tu recuerdo ya no duele, se ha hecho dulce y claro como este agua helada que mis manos tocan.
Hoy me he vuelto a sorprender, me senté en aquel árbol caido profanado por la carcoma que descubrimos juntos el otro día y a vuestra llamada, me puse de nuevo en marcha, bajé junto a vosotros para descubrir el lindo trofeo que se nos reservaba para hoy: Una catarata donde el adjetivo cristalino cobraba su verdadero significado, bajaba con fuerza justo a mis pies, sentada allí escuchando, tocando y sintiendo aquel poder de la naturaleza, fue como si la fuerza del agua que tenía delante de mis ojos, recorriera mi cuerpo, saltando y estrellándose con las piedras, salpicando y cayendo a gran velocidad removiendo mi alma y dejándola limpia y en paz, cambiando mi energía... Pude sentir la felicidad y la alegría de vivir y deseaba no tener que moverme de allí jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario